Carmen SalvadorTena,(Administradora)

viernes, 9 de enero de 2015

LAS BODAS DE ISABEL DE SEGURA


 LAS BODAS DE ISABEL DE SEGURA
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 En 1555, durante unas obras en la iglesia turolense de San Pedro, aparecieron los cadáveres momificados de una mujer y un hombre jóvenes. Junto a los cuerpos había un documento que explicaba que se trataba de los restos de Isabel de Segura y Diego de Marcilla, muertos por amor tres siglos antes.

Desde hace 13 años, Teruel recuerda la leyenda de sus amantes durante el fin de semana más cercano a San Valentín con las Bodas de Isabel de Segura, una cuidada recreación histórica que se complementa con mercados medievales, espectáculos de animación en la calle, danzas, torneos, conciertos, un toro nupcial y hasta una multitudinaria invitación al beso bajo un estruendo de tambores en homenaje a los célebres amantes, a modo de clausura.

Fue un beso precisamente lo que desencadenó el trágico final de los enamorados. Los dos jóvenes crecieron juntos. Vivían en la misma calle, hoy calle de los Amantes. Isabel, en lo que se conoce como el Edificio de los Sindicatos. Diego, varias casas más allá. Se enamoraron, pero el padre de la chica, el rico comerciante don Pedro de Segura, se opuso a la relación. Los Marcilla eran de noble linaje, pero no ricos. Un Marcilla fue capitán de las tropas que arrebataron Teruel, el antiguo Tirwal, a los musulmanes en 1171. El padre de Diego había llegado a ser juez de la ciudad, pero una plaga de langosta mermó su fortuna. Segura esperaba un partido mejor. Diego prometió volver rico en cinco años y la primavera de 1212 se marchó con los almogávares de Pedro II. El joven logró regresar a unas horas de agotar el plazo, pero una Isabel desesperanzada y obediente acababa de casarse con el acaudalado Pedro de Azagra. Diego le pidió entonces un beso de despedida, pero Isabel se lo negó. Estaba casada. El enamorado cayó muerto allí mismo, de pena.

El beso negado

El anuncio de la muerte de Diego y de la boda de Isabel con Pedro de Azagra abre la fiesta el jueves a las nueve de la noche. Los 36.000 habitantes habituales de Teruel, una de las capitales de provincia más pequeñas, se convierten en 80.000. La plaza de la catedral acoge la emotiva escena final del domingo. Isabel acude al funeral de Diego para darle el beso que le negó. Al tocar sus labios, cae también muerta sobre su enamorado.

Sus cuerpos fueron enterrados juntos en una capilla de la iglesia de San Pedro, donde según la leyenda ocurrió la escena original. Las momias fueron expuestas de manera triste, perdidas y encontradas, hasta que en los años 50 el escultor Juan de Ávalos, conmovido, regaló a la ciudad dos bellísimas coberturas de alabastro rematadas por las figuras de los amantes. Estos acercan sus manos sin apenas rozarse, simbolizando el amor imposible.

La imagen, uno de los símbolos de Teruel, puede verse desde el 2005 en un nuevo mausoleo, anexo a la iglesia. La Fundación Amantes de Teruel ofrece visitas guiadas (de 2 a 7 euros) que combinan los dos edificios con la torre mudéjar de San Pedro.

El conjunto mudéjar de Teruel fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986 y su casco histórico conserva el trazado medieval original. Es el escenario perfecto para la representación de la leyenda, pero nadie lo pensó hasta que lo hizo Raquel Esteban, gerente de la Fundación Bodas de Isabel, entidad de cuatro personas que organiza la fiesta. Esteban volvió a su Teruel natal tras licenciarse en Danza, en Valencia, para trabajar de profesora de música. Una noche soñó la fiesta. Especialista en costumbres y vestimenta medievales, diseñó los trajes para la primera edición. Participaron 30 personas.

Hoy son unas 15.000 las personas que colaboran en la ambientación. Los aproximadamente 120 actores con texto siguen interpretando la función sin ánimo de lucro, pero las pruebas de selección son un acontecimiento con eco en la prensa, y la preparación es concienzuda. Muchos turolenses asisten a los talleres gratuitos de danza medieval o se instalan durante los cuatro días en las jaimas para asumir el papel de miembros de una familia, de un grupo militar o de un gremio, de poetisas o de ocupantes de las casicas del burdel. También hay visitantes que alquilan trajes para la ocasión y amantes de la historia que preparan sus apariciones con un rigor que alcanza hasta la ropa interior.
Un concurso con un premio de 1.200 euros sirve para escoger el guión, el cartel y el vestuario de cada edición, como si de una película se tratara. También hay grupos profesionales de prestigio y nombres conocidos.

Encontrar alojamiento en la ciudad estos días es difícil, aunque dispone de casi una decena de hoteles de tres estrellas. Entre ellos, un parador ubicado en un palacete de inspiración mudéjar y un hotel con encanto de ocho habitaciones con detalles medievales. El Mudayyán está situado en pleno centro histórico y en su subsuelo se puede visitar una galería medieval que conecta con la iglesia del Salvador y con su torre mudéjar. También es peculiar su tetería, con utillaje y mobiliario marroquís.

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